miércoles, 8 de mayo de 2013

La Mirada Arrugada de Robert Mitchum

"Solía despertarme a las siete de la mañana poniendo su patita encima de mi ombligo. A veces golpecitos con la trompa. Luego escuchaba el sonido afelpado de sus orejas arrastrarse por el suelo, de la habitación al pasillo y de ahí a la cocina. Tostadas con mantequilla. El café corto. Desde la cama, lo imaginaba moviendo su pequeño culo de paquidermo encaramado a la tostadora, metiendo la pezuñas por la ranura y dejando las rebanadas en el plato. Sentado sobre la mesa, con las patas colgando, me observaba desayunar. Tranquilo si mi apetito era el habitual, inquieto si no probaba bocado. Ya camino del lavabo me sorprendía con alguna de sus piruetas en el aire. Las orejas grandes y el cuerpo pequeño."

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