domingo, 12 de mayo de 2013

Deuteronomio

"Le acaricié las orejas. Estaba demasiado excitado y temía que su pequeño cuerpo de paquidermo no lo tolerase. Me miró condescendiente. Le preocupaba que sufriera por él, pero se mostraba firme. Y tenía razón. Aquella era una de las sospechosas más sólidas con la que nos habíamos topado jamás"

Deuteronomio desarrolla la persecución de sospechosos ya iniciada en La Mirada Arrugada de Robert Mitchum. El tema me interesa desde pequeño. Recuerdo haber pasado tardes enteras persiguiendo con mi amigo Albert gente que nos resultaba peculiar. Durante días, por ejemplo, perseguimos a un tipo de americana marrón y bigotito recortado que llevaba siempre maletín. Trabajaba en la Zenith y vivía por el barrio. Creo que fue al que perseguimos con mayor insistencia. Por supuesto, lo mucho que no supimos de su vida nos lo acabamos inventando. Perseguir a sospechosos con Deuteronomio me ha servido para recuperar además dos de mis pasiones: el barrio de La Barceloneta y Robert Mitchum en su faceta de investigador. Deuteronomio es una novela fallida que se hizo cuento. El resto se lo debo a Friedri.

1 comentario: