Al despertar es como haber dormido
meses en este incómodo camastro.
Junto a mí se da vuelta una mujer.
Duerme profundamente. No sonríe.
Miro el reloj. Las cuatro menos cinco.
No es bonita. No es joven. ¿Cómo pude
acostarme con ella si a mejores
yo rechacé otras veces? Me levanto.
Debía estar borracho. Aún otro día
perdido, malogrado. Como siempre.
En silencio me visto y al marcharme
ella sigue en letargo. Ronca un poco.
Poema 26 incluido en el libro "Destrucción de la Mañana"
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