domingo, 9 de junio de 2013

El Hombre de la Multitud de E.A. Poe

El personaje narra como después de una enfermedad de varios meses nota una agradable disposición llena de apetencia en la que el intelecto, electrizado, sobrepasa su nivel cotidiano. Los sentidos del tipo se agudizan y entre la multitud aparecen orejas derechas extrañamente separadas, habituadas a sostener desde hacía mucho lapiceros, y también pulgares con extensiones ordinarias que se abrían en ángulo recto con los dedos. "Los extraños efectos de luz me obligaron a examinar individualmente las caras de la gente y, aunque la rapidez con la que aquel mundo pasaba delante de la ventana me impedía lanzar más de una mirada a cada rostro, me pareció que, en mi singular disposición de ánimo, era capaz de leer la historia de muchos años en el breve intervalo de una mirada". Todo perfecto para que aparezca lo que todo perseguidor de sospechosos anhela: "Pegada la frente a los cristales, ocupábame en observar la multitud, cuando de pronto se me hizo visible un rostro...Nacía en mí un ardiente deseo de no perder de vista a aquel bombre, de saber más sobre él...Por mi parte la lluvia no me importaba mucho; en mi organismo se escondía una antigua fiebre para la cual la humedad era un placer peligrosamente voluptuoso....y estaba resuelto a no perderle pisada hasta satisfacer mi curiosidad" Hasta la conclusión final, la de todo perseguidor que comprenda lo que pasa: "Es el hombre de la multitud. Sería vano seguirlo, pues nada más aprenderé sobre él y sus acciones".

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